Preocupa en el mundo entero el aumento de la obesidad y el sobrepeso, convirtiéndose en los más importantes factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares, la diabetes, los trastornos del aparato locomotor, algunos cánceres (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon). Asimismo, la obesidad es un riesgo para nuestra salud ocular y especialmente por el aumento de probabilidades de padecer enfermedades oculares de gravedad, como la degeneración macular, la retinopatía diabética, el glaucoma o las cataratas.
Un problema añadido de la obesidad es el riesgo de desarrollar diabetes. La diabetes no presenta síntomas evidentes y es una de las enfermedades más peligrosas para nuestra salud ocular e incluso nos puede llevar a la ceguera.
Otra consecuencia problemática del sobrepeso los constituye la hipertensión arterial que a nivel ocular provoca la retinopatía hipertensiva. La presión arterial alta afecta a la retina que cuenta con muchos vasos sanguíneos minúsculos que oxigenan al ojo, se vuelven más gruesos y pueden llegar a bloquearse.
La retinopatía diabética e hipertensiva son especialmente preocupantes por la ausencia de síntomas hasta que la enfermedad se encuentra en una fase muy avanzada y los efectos son ya irreversibles.
Es fundamental que las personas obesas realicen periódicamente controles oftalmológicos. Asimismo, es imprescindible la búsqueda de ayuda profesional para lograr hábitos saludables en la vida cotidiana y la consiguiente pérdida de peso.